20.2.07

L'elisir d'amore (El Eliixir del Amor)

Ópera en dos actos con música de Gaetano
Donizetti (1797 -1848) y libreto de Felice Romani. El estreno
tuvo lugar el 12 de mayo de 1832 en Milán, Teatro de la
Canobbiana


ACTO I.- Nemorino está enamorado de la rica y bella Adina. Belcore, un sargento que está al frente de un destacamento, entra en escena y requiebra a Adina, con la desesperación de Nemorino. Una trompeta entre bastidores anuncia la llegada de un carro dorado; sobre él viene el Doctor Dulcamara, un charlatán que proclama elocuentemente sus mercancía: "Udite, o rustici" ("Escuchad, aldeanos"). Los lugareños quedan impresionados. Cuando Nemorino pregunta por el "elixir que conquistó a la reina Isolda", Dulcamara afirma que él lo tiene y le entrega una botella que no contiene sino vino de Burdeos.

Nemorino bebe el vino de la botella y canta feliz pensando que pronto conquistará el amor de Adina con aquella poción mágica que se supone hará su efecto pasadas veinticuatro horas. Ensimismado en ello no hace caso a Adina, que entra en escena, lo que, por supuesto, extraña a la chica, que comienza a poner interés en Nemorino. Belcore recibe la orden de partir con su destacamento, y pide a Adina que se case con él ese mismo día, petición a la que ella aparenta acceder para dar celos a Nemorino. Éste se llena de desesperación, al pensar que el elixir no hará su efecto hasta el día siguiente y ya será demasiado tarde. Suplica entonces a Adina que retrase la boda un día, pero ella rehusa y, mientras todo el pueblo piensa alegremente en la celebración, Nemorino siente que se han esfumado todas sus esperanzas.

ACTO II.- En la granja de Adina todo está preparado para la boda. Los invitados salen para presenciar la firma del contrato matrimonial, dejando a Dulcamara, que está acabando de comer. Entra Nemorino y Dulcamara le ofrece otra botella de "elixir" que hará su efecto inmediatamente. Mientras tanto, Adina ha retrasado la firma del contrato. Nemorino, para conseguir el dinero necesario para pagar la nueva botella, se alista en el regimiento de Belcore, quien ha entrado de nuevo, y ambos cantan un dueto: "Venti scudi" ("Veinte escudos"). Otra vez en la plaza del pueblo. Giannetta cuenta a los lugareños que el tío de Nemorino ha muerto, dejándole heredero de una gran fortuna, aunque Nemorino todavía no sabe nada de ello. Ahora las muchachas colman de atenciones a Nemorino, y él lo atribuye a los efectos del "elixir". Adina, por su parte, se emociona al saber que Nemorino se ha alistado por su culpa, en tanto que éste, gozoso con su nueva situación, se marcha con las muchachas. Dulcamara le confiesa a Adina que ha vendido a Nemorino un elixir de amor, pero ésta dice, y Dulcamara está de acuerdo, que ella posee un elixir más poderoso. Sale de nuevo a escena Nemorino, que ha notado un evidente cambio en la actitud de Adina hacia él, y su amor surge impetuoso: "Una furtiva lacrima". Regresa Adina, que ha rescatado el compromiso de Nemorino con el ejército, le entrega el documento y declara que también está enamorada de él. Belcore, que vuelve con los soldados, se encuentra con la nueva situación, pero se consuela pronto pensando que el mundo está lleno de mujeres jóvenes. Dulcamara, entretanto, hace un negocio redondo con el elixir, que no sólo ha traído amor, sino también dinero. Los felices lugareños muestran su entusiasta agradecimiento a Dulcamara, que se marcha en su carro dorado, con lo que la ópera concluye.

ADINA 
¿Si deseo qué... qué cosa?

DULCAMARA
¡Levanta la cabeza, caprichosa!
Si lo deseas, tengo la receta,
que podrá curar tu mal.

ADINA
¡Ah, doctor! Sería estupend,
pero para mí no hay virtud que valga.

DULCAMARA
¿Quieres ver miles de amantes
afligidos y lánguidos a tus pies?

ADINA
No sabría qué hacer con tantos,
mi corazón sólo a uno quiere.

DULCAMARA
¿Deseas poner locas de celos a doncellas,
esposas e incluso viudas?

ADINA
No me tienta, no me place,
de turbar a otras la paz.

DULCAMARA
¿Conquistar quieres a un rico?

ADINA
Las riquezas no me preocupan.

DULCAMARA
¿Un conde? ¿Un marqués?

ADINA
Yo sólo quiero a Nemorino.

DULCAMARA
Toma, pues, mi receta,
que te hará el efecto deseado.

ADINA
¡Ah, doctor! Sería estupenda:
pero para mí no hay virtud que valga.

DULCAMARA
¡Desconfiada!
¿Crees que no tiene valor alguno?
ADINA 
Yo respeto el elixir,
pero para mí hay otro mejor:
Nemorino, a todas las otras dejará,
y todo mío, solo mío será.

DULCAMARA
(aparte)
¡Ah! ¡Doctor! Es muy astuta;
ésta sabe más que tú.

ADINA
Una tierna miradita,
una sonrisa, una caricia,
es capaz de vencer hasta al más obstinado
y ablandar incluso al más duro.
He visto tantos y tantos suspirando
y aferrados como locos a mis pies,
que Nemorino seguro
no podrá huir de mí. No.
La receta es mi mirada,
en estos ojos está el elixir.

DULCAMARA
Si, ya lo veo, bribonzuela,
sabes más, mucho más que yo de mi arte.
Esta boca tan hermosa,
es la botica del amor:
eres como un alambique
pues filtras el amor que deseas;
como un el horno más cálido que un volcán
para convertir en cenizas lo que deseas.
¡Ah! Quisiera cambiar por las tuyas
mis redomas de elixir.

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